martes, 29 de abril de 2008

El Bosque de Quempillen: El Jardín Natural de Ancud.

La entrada a la ciudad de Ancud es de extraordinaria belleza y de gran atractivo para el turista. La vista desde el Mirador Quempillén hacia la ciudad se caracteriza por los verdes bosques nativos, rodeados por el mar y por el estuario del Río Pudeto. La luz del sol interrumpida por nubes esparcidas hace brillar el verde oscuro de los árboles, contrastando con las praderas y con el reflejo plateado de las aguas. La belleza de esta combinación de bosques, praderas, río y mar a la entrada de Ancud impresionan cuando se llega por primera, segunda, tercera, y en realidad cada vez que se visita Chiloé.

Estos bosques están dominados por un árbol nativo muy característico de la costa, el Olivillo o Tique (Aextoxicon punctatum), único representante vivo y sobreviviente de una diversa familia de plantas que existió en el pasado, antes que la cordillera andina se levantara y que inmensos ríos de hielo cubrieran gran parte del sur de Chile. De hecho, el Olivillo es una incógnita entre los científicos, es tan antiguo que no se sabe como ubicarla en el árbol de la vida, en la genealogía de las plantas. Así el Olivillo es el último sobreviviente de su familia, algo como el último de los Chonos, el último de los Onas, de los Yaganes o el último de los Mohicanos. El Olivillo crece a lo largo de la costa entre Chile central y Chiloé, estabilizando las dunas y protegiendo los cerros y acantilados contra derrumbes y erosión. Este árbol puede vivir más de 300 años y alcanzar más de 20 m de alto. Pero el bosque de Olivillo es mucho más que el Olivillo mismo. Estos bosques también incluyen frondosos árboles como el Ulmo (Eucryphia cordifolia) y varios árboles de coloridos troncos como la Luma (Amomyrtus luma), el Melí (Amomyrtus meli) y el Arrayán (Luma apiculata); todos envueltos de bellas flores de enredaderas, y algunos como el Ulmo muestran sus blancas flores en Febrero, dando un especial encanto al bosque de Quempillén justo en la época de mayor turismo.

Los bosques de Olivillo se extendían en las tierras bajas a lo largo del borde costero del sur de Chile. Actualmente es uno de los bosques más amenazados y destruido en Chile y en el mundo por la tala y la quema indiscriminada, pues las tierras bajas y los bordes costeros donde crece son los lugares de acceso por mar, donde los poblados y ciudades se han ido instalando en el sur de nuestro país. Los bosques de Olivillo costero son además muy ricos en enredaderas, hierbas, arbustos y epífitas (plantas que crecen sobre los troncos, pero que sólo usan el árbol como soporte, no lo afectan ni le quitan nutrientes). Aquí viven toda clase de voquis, líquenes, musgos, algunos de los cuales son también exclusivos de nuestro país y son también los últimos representantes vivos de grandes familias con especies que se han extinguido en el pasado. En los bosques de Olivillo habitan las aves más representativas y exclusivas del bosque del sur como el Chucao (Scelorchilus rubecula), el Huet huet (Pteroptochos tarnii) y en especial de la Torcaza (Columba araucana), ave que estuvo a punto de extinguirse y que sólo recientemente ha empezado a recuperarse. Los frutos del Olivillo maduran en otoño, alimentando a la Torcaza justo cuando otras comidas escasean, quien a su vez dispersa sus semillas, es decir la Torcaza es una verdadera sembradora alada. Las flores de las enredaderas en estos bosques alimentan un mar de Picaflores, y el bosque es el hábitat de otros organismos muy antiguos, quizás más que el Olivillo, como el Caracol Negro o Caracolillo (Macrocyclis peruvianus), un animalito extraordinario sobre el cual existe la falsa creencia que afecta al ganado doméstico, o el singular Monito del Monte (Dromiciops gliroides), uno de los marsupiales mas antiguos del mundo, y también único sobreviviente de su familia.

Así, estos bosques no sólo cumplen funciones importantes como estabilizar y proteger el suelo, ayudar en la captación y limpieza del agua de ríos y vertientes, sino que también representan una gran riqueza de plantas y flores, son el hogar de muchos animales y plantas exclusivos de este rincón del mundo, teniendo una historia tan antigua como las rocas sobre las que crecen. Los ancestros de estos Olivillos vivieron en la Antártica antes que ésta se congelara, conocieron a los grandes mamíferos que existieron en la era de los hielos (como los Mastodontes por ejemplo), conocieron a los primeros Huilliches de Chiloé y a los primeros españoles que llegaron a la isla. Ya habían Olivillos vivos cuando se declaró la Independencia de Chile, ya estaban cubiertos de epífitas y habitados por una ciudad de pájaros durante el auge del salitre, durante la Guerra del Pacífico o la revolución al gobierno de Balmaceda. Muchos de estos Olivillos sobrevivieron al terremoto y maremoto del año 1960, y desde entonces han seguido viviendo, creciendo y albergando una gran riqueza y una historia, siendo un antiguo jardín natural a la entrada de Ancud. Sin embargo, poca gente conoce este jardín a pesar de estar tan cerca de la ciudad. Sólo pobladores locales, algunos aventureros, algunos científicos, y algunos viajeros poco considerados que pensaron que este bosque era un excelente lugar para ir al baño. El jardín ha sido invadido por las vacas y por plantas traídas desde Europa, como la Zarzamora o Murra, el Espinillo y más recientemente el Retamo, que avanzan en la misma medida que el Olivillo retrocede. Más aun, en menos de 10 años, este bosque ha sido transformado en sitio eriazo para aparcar camiones y para instalar galpones industriales que podrían ubicarse en muchos otros sitios de menor valor escénico y ambiental. Es de esperar que este jardín natural en extinción pueda ser revalorado por el enorme e irreemplazable potencial turístico que tiene, por su aporte a la belleza natural del paisaje, a la protección del suelo costero del avance de las dunas y de la mareas, por su valor para la educación, y para la conservación de un ecosistema en peligro tan cercano a la ciudad de Ancud. En gran parte de Chile este bosque ha sido reemplazado, por lo que es un elemento de identidad regional en Chiloé, y es el único bosque en su tipo ubicado en la puerta de entrada de la Isla de Chiloé. Es un jardín auténticamente chilote, completamente natural y local, parte de la naturaleza y de la cultura de Chiloé. Pero se da la paradoja, a veces se cree que el jardín del vecino es más hermoso que el jardín propio. Este no debe ser el caso, el jardín de Ancud es hermoso y puede ser aún más hermoso. Sin lugar a dudas vale la pena cuidarlo y conservarlo.

Iván A. Díaz

Biólogo (Ph.D. c.)

Fundación Senda Darwin, Chiloé, Chile.


Artículo citado desde el períodico El Insular.